Suele decirse que siempre será mejor no hablar de política, religión o fútbol para mantener una conversación cordial, más aún cuando conocemos a alguien por primera vez. En años recientes se ha popularizado la idea de ser “políticamente correctos” para referirse a las palabras y dichos que pueda no herir susceptibilidades o incomodar a alguien. Estas convenciones sociales respecto a la política; si bien ayudan superficialmente a la convivencia y armonía entre los individuos, por otra parte, conllevan errores respecto al concepto y limitaciones en las formas de diálogo que desincentivan la práctica cotidiana de hacer política.
Al hablar de política nos centramos frecuentemente en los dichos y hechos de líderes sociales, gobernantes, funcionarios públicos o personajes religiosos y empresariales que ocupan espacios de poder preponderantes en la sociedad. Ejercemos la política en los escenarios más cercanos a nuestro entorno de vida, como nuestra comunidad o la organización en la que trabajamos.
La política es la actividad más importante de los seres humanos porque de sus decisiones y acciones depende el destino, la vida, la decadencia o muerte de una comunidad, ciudad, provincia, región, Estado, nación, país, la humanidad y el planeta.
¿Qué es la política?
De acuerdo con la definición de Wikipedia: la política es el conjunto de actividades relacionadas con la toma de decisiones en un grupo social y las relaciones de poder entre los individuos para conciliar intereses en temas relativos al espacio público, la distribución de recursos y el estatus o posición social.
La política se ejerce en una amplia gama de organizaciones sociales, desde clanes y tribus de sociedades tradicionales, como la familia, los gobiernos y las empresas.
A manera de resumen conceptual, diremos que la política es el arte y ciencia que trata los temas que giran alrededor del gobierno y las formas de organización de las sociedades humanas para conciliar intereses y buscar el bien común. Lo demás es mala práctica política, politiquería y demagogia. Depende de cada uno de nosotros que no sea así.
La política es un noble y necesario oficio que, lamentablemente, se ha desprestigiado porque se asocia con abuso, corrupción e incompetencia de quienes la ejercen desde posiciones del poder público y empresarial. El desinterés ciudadano por hacer política de manera intencionada se finca en la resignación de las mayorías para aceptar las decisiones tomadas por una minoría privilegiada; sin embargo, es importante destacar que la política es algo muy importante como para dejarla en manos de los políticos.
¿Cómo ejercer de manera efectiva la política?
Hacemos política todos los días –casi siempre de manera involuntaria– paradógicamente, cuando existe la intención de practicarla e ir a fondo en el análisis de algún fenómeno social, rompemos el diálogo, ya sea por imposición, sometimiento, agresión o evasión entre los involucrados, finalizando la conversación sin llegar a acuerdos. Además, las pláticas relacionadas con política suelen ser incómodas y poco productivas o transformadoras, lo cual provoca que las personas nos alejemos de su práctica. Existen personas que dicen: “No me importa la política, vivo de mi trabajo”, “No me importa quién gane las elecciones, porque todos son lo mismo”, “Todos los políticos son ladrones”, o incluso frases desesperanzadoras como “De poco sirve la política, estamos condenados a seguir siempre igual”.
Para poder involucrarnos y ejercer la política, comparto algunas pautas que te permitirán perfeccionar tu práctica y no morir en el intento:
Dialoga. El primer paso es privilegiar el intercambio de ideas, puntos de vista e intereses con relación a la organización común que se trate. El diálogo requiere argumentación y referencia con los hechos que respalden nuestros dichos, así como tolerancia ante las diferencias de opinión de los demás. El diálogo es una de las formas más desarrolladas y complejas que tiene el ser humano para comunicarse; aunque no es la única, sin duda es la más utilizada y está directamente relacionada con la conformación de la sociedad, ya que esta no puede existir si las personas que la componen no pueden comunicarse entre sí. En psicología se dice que el equilibrio mental de la persona humana sólo se encuentra por medio del diálogo, basado en una relación de comprensión y amor.
En el día con día interactuamos con amigos, colegas, vecinos o conocidos, les saludamos de lejos, pocas veces nos detenemos a dialogar y nos disculpamos diciendo que es por falta de tiempo; pero eso no es verdad. Lo cierto es que no existimos los unos para los otros. Vivimos encerrados en nuestros propios problemas sin dar importancia a los de los demás. Debemos recordar que el diálogo es una fuerza de espíritu, una voluntad de cortesía, de empatía y estimación de parte de quien inicia la conversación y nos obliga a salir de nosotros mismos abriéndonos al conocimiento y a la transformación de los paradigmas e ideas preconcebidas. Es importante no confundir el diálogo con la discusión; lo primero lleva a la comprensión, lo segundo a la enemistad. Esfuérzate por dialogar, quien no quiere hacerlo se convierte en un ser inerte que nada puede recibir y, por lo tanto, nada puede dar.
Algunas veces, cuando en un diálogo, inevitablemente, llegamos a un punto de confrontación de ideas, es preciso ser pacientes y no romper la conversación, para ello es muy útil atender la siguiente pauta.
Aplica la dialéctica. Partamos de la idea fundamental de que todos los fenómenos están en movimiento y cambio permanente. La evolución natural de todo lo que el universo, el mundo y la sociedad conforman es el resultado de sus propias contradicciones. De esta forma, la dialéctica cobra valor como una técnica argumentativa que busca la verdad a través de la manifestación de las contradicciones en las ideas expuestas entre quienes dialogan. La técnica, según Hegel, pasa por la formulación de tres fases:
- Tesis. Es el desarrollo de una idea en un campo determinado.
- Antítesis. Es la negación de la tesis. Porque cuando esta se desarrolla, siempre van a surgir tesis en contra, negando la inicial.
- Síntesis. Es una nueva tesis reforzada a partir de superar la contradicción. La nueva tesis resulta más sólida, ya que en su formulación tomó en cuenta las contradicciones realizadas por la antítesis. Con el tiempo, podrán surgir nuevas antítesis que impulsarán un nuevo ciclo de evolución para seguir aproximándonos a la verdad.
Esta es la razón por la que se dice que la dialéctica no bloquea la conversación, sino que la dinamiza generando nuevo conocimiento. Las contradicciones servirían como refuerzo de la tesis o para que surja otra totalmente nueva; si la anterior era totalmente fallida. De ahí que la refutabilidad sea característica esencial del método científico.
Cuando ya hemos aplicado la dialéctica, pero no logramos adoptar o acordar una síntesis, entonces podemos plantear una hipótesis o tesis no verificada, la cual deberá confirmarse o refutarse aplicando el método científico que consiste en la observación sistemática, la experimentación, la medición y el análisis para la comprobación, rechazo o modificación de la hipótesis planteada. La hipótesis es una conjetura que requiere una contrastación con la experiencia, dado que no son suficientes los argumentos persuasivos, por más elaborados que sean.
Dado que no podemos abstraernos de la política, a continuación te comparto algunas de las razones por las que debemos investigar, informarnos, involucrarnos y actuar respecto al acontecer político de nuestra sociedad en todos sus ámbitos:
- Porque vivimos en Estados nación. Las sociedades cohabitamos bajo dos grandes conceptos: uno es el Estado que se conforma por la ciudadanía o pueblo de una nación y el gobierno que lo representa; el otro es el mercado que se conforma por empresas y consumidores y se rige por la ley de la oferta y la demanda. Todo lo que vemos a nuestro alrededor, tiene alguna relación, directa o indirecta, con el Estado y con el mercado. Por eso, resulta indispensable que los ciudadanos votemos para elegir a los funcionarios del gobierno y, en el rol de consumidores, ejercer nuestros derechos respecto a los productos y servicios que adquirimos. Entender las prioridades de un Estado con sus ciudadanos, nos hará más conscientes, más inclusivos, más responsables. No podemos ser indiferentes a lo que sucede a nuestro alrededor, por lo tanto, interesarse en política implica hacerlo en el entorno inmediato.
- Para participar activamente y evolucionar. Si pasamos todo el tiempo quejándonos de la mala situación del país, pero sin involucrarnos en el debate, estaremos dejando que otros decidan por nosotros. Si no te interesa lo que pasa en la política, sobre todo la local o nacional, estás dejando que las minorías –casi siempre privilegiadas– decidan por ti. Es necesario saber, discutir, proponer, diferir o apoyar las decisiones que se toman en nuestras comunidades para impulsar el beneficio común.
- Para encontrar las diferencias y tomar postura. Son muchos los temas que a diario se tratan con relación a la economía, la salud, la seguridad pública, el empleo, la justicia y, en semanas recientes en México, el tema electoral y su relación con la democracia. Hay una gran diferencia entre los políticos y los politiqueros, pero a veces es complicado discernirlo. En todos los países del mundo vemos cómo un puñado de politiqueros ignoran las voces de la sociedad, se burlan de las leyes y buscan el beneficio propio a costa del bienestar de la gente con posibilidades limitadas de acción. No obstante, un pueblo politizado, no se deja engañar. Sociedades enteras, en países de todos tamaños, han sido capaces de frenar las ambiciones de los politiqueros y luchar con éxito por la propagación de valores como la honestidad y la seriedad en el ejercicio de la política. Pero, ¿por dónde empezaron?, por establecer condiciones que involucren a los ciudadanos en los temas importantes no sólo en la democracia electoral, también en la participativa por medio de referéndums, consultas públicas o encuestas para orientar las decisiones de los gobernantes. Si quieres “hacer patria”, deberías empezar por interesarte en lo que pasa alrededor de la política.
- Para votar y no ser botados. Casi todos los años tenemos la posibilidad de votar para elegir a nuestros gobernantes, pero cada 6 años la elección presidencial en México suele ser la más concurrida. Las decisiones que tomemos como electores tendrán un impacto a mediano y largo plazo. Hemos visto y padecido las consecuencias de haber votado por personajes lamentables que se convirtieron en presidentes, gobernadores o alcaldes en el pasado. Algunas veces me he preguntado: ¿qué es más peligroso?, ¿una persona con un arma lista para atacar o una persona que vota irresponsablemente, sin saber por quién ni por qué? El problema de nuestro país no radica necesariamente en los malos políticos, sino en los malos votantes. El interés en la política es la mejor herramienta para seguir depurando a los politiqueros y ambiciosos vulgares de nuestras instituciones de gobierno y reivindicar el valor de la práctica política.