¿Qué es la consciencia?
La consciencia es la capacidad humana de reconocimiento y percepción propia, así como del contexto con el que nos relacionamos. Es la actividad mental que nos permite dominar nuestros sentidos. En términos generales, una persona consciente es aquella que tiene conocimiento de lo que ocurre consigo y en su entorno; mientras que la persona inconsciente no es capaz de percibir lo que le sucede ni lo que pasa a su alrededor.
Desde un sentido moral, la consciencia social o política es el conocimiento que tiene una persona sobre los demás integrantes de su comunidad. La consciencia ecológica implica la aceptación y la voluntad por evitar o cambiar los impactos negativos producidos por el ser humano en la naturaleza. Las personas, siendo o no conscientes, podemos causar daño a nuestros semejantes y a otras formas de vida cuando creemos que existe una causa que lo justifique.
Hace algunos años visité un campo de concentración en Alemania y me impactó saber que, durante el holocausto, una gran parte de la sociedad germana participó directa o indirectamente, consciente o inconscientemente en labores de exterminio humano. Los juicios de Núremberg que se llevaron a cabo una vez terminada la guerra, dejaron testimonios escalofriantes de personas que tenían un empleo remunerado y decían no saber realmente lo que sucedía en el contexto político y social. Una gran parte de los ciudadanos alemanes juzgados apelaron al cumplimiento de su labor simplemente siguiendo las órdenes de sus superiores, ya sea para transportar miles de personas en camiones o trenes y, en otros casos, abriendo o cerrando llaves de gas en los centros de reclusión.
La filósofa y teórica política alemana Hannah Arendt acuñó el concepto de la “banalidad del mal” para describir cómo un sistema de poder político puede trivializar el exterminio de seres humanos cuando se realiza como un procedimiento burocrático ejecutado por funcionarios incapaces de pensar en las consecuencias éticas y morales de sus propios actos. ¿Qué tan conscientes serían los ciudadanos alemanes respecto al trabajo que realizaban y el sufrimiento que vivían los reclusos hasta ser exterminados?

En la sociedad actual, condicionada por el consumismo y el individualismo, el desarrollo de la consciencia se ha olvidado o se ha tergiversado para dejarla como un aspecto emocional o espiritual, que poco o nada tiene que ver con nuestra vida material y de convivencia cotidiana. Los graves problemas sociales como el estrés, la depresión o la violencia son vistos de manera aislada como casos excepcionales fuera del modelo económico que domina el mundo. De la misma forma, la salud humana y los graves impactos medioambientales son tratados como problemas sociales, es decir: todos somos responsables, pero nadie realmente lo es. Bajo esta dinámica, la inconsciencia humana ha puesto en jaque el estado de bienestar de las mayorías y la sustentabilidad del planeta.
Analicemos cómo funciona la industria del consumo, el efecto en el comportamiento de los consumidores y la banalización del mal que se manifiesta silenciosamente en impactos sociales y medioambientales que, sin caer en exageraciones, ha provocado más muertes que ninguna otra época en la historia del ser humano.
El ciclo de venta como único enfoque de la industria.
Con la revolución industrial y la fabricación en serie de miles de productos que van desde alimentos, bebidas, ropa, calzado, electrodomésticos y, recientemente, los dispositivos tecnológicos móviles y la relevancia que ha tomado la moda como símbolo de estatus y poder individual, la industria del consumo se ha convertido en el motor más importante de la economía mundial.
En un principio, la demanda de bienes para el consumo humano fue la base del crecimiento de muchas empresas emblemáticas del sector; sin embargo, el capitalismo y la globalización han dominado el sistema económico, con lo cual la demanda del mercado dejó de ser el fundamento de la producción para mutar hacia un enfoque basado en la oferta que busca estimular al consumidor a comprar más allá de sus necesidades básicas.
Las empresas fabricantes de productos tienen el máximo objetivo de generar riqueza financiera permanente e infinita para cumplir las expectativas de sus dueños y accionistas. A partir de esa idea fundamental se han diseñado estrategias para que los consumidores compren mayor volumen y con más frecuencia, siendo muy útiles las herramientas de publicidad mediática y el diseño de empaques desechables que faciliten la distribución y la comodidad de uso para el consumidor.

Los refrigeradores, neveras y alacenas de los hogares modernos están repletos de productos enlatados o congelados que permiten ampliar su caducidad utilizando conservadores que, por una parte, ofrecen ventajas a los consumidores que buscan rapidez y practicidad en la preparación de los alimentos dado el ritmo de vida acelerado provocado por las exigencias del trabajo, pero por otra parte, poca información se divulga respecto a los efectos nocivos para la salud que dichos conservadores provocan.
Bajo este modelo de producción exacerbada y consumo excesivo, el enfoque de las estrategias comerciales de las empresas fabricantes y los distribuidores en la industria, se enfocan exclusivamente en el ciclo de venta (diseño, fabricación, distribución, venta y consumo de los productos) sin considerar otras etapas importantes para el tratamiento de los residuos y los efectos en la salud física y mental de los consumidores.
Son muchas las consecuencias lamentables de un enfoque puramente mercantilista como el que ha dominado a la industria del consumo, algunas de las más importantes son:
- Consumismo. La propaganda capitalista impulsada por la mercadotecnia publicitaria despierta el deseo permanente de comprar para renovar una y otra vez la aspiración superficial de éxito en los individuos. La sensación de felicidad que experimentamos cuando consumimos las altas dosis de azúcar que contiene una Coca Cola o cualquiera de los jugos, sodas o la mayoría de los alimentos ultraprocesados, es provocada por la liberación de dopamina —el neurotransmisor que estimula la secreción de las llamadas hormonas de la felicidad en nuestro cuerpo— y, una vez que lo hemos experimentado, queremos repetirlo continuamente, reforzando hábitos que con el tiempo se convierten en adicción. Este proceso de felicidad temporal y efímera es muy similar cuando compramos impulsivamente todo lo que invade nuestros sentidos: la moda, el lujo, los gadgets, la innovación, lo único y exclusivo se convierten en aspiraciones que buscamos alcanzar al costo que sea, algunas veces comprometiendo nuestra economía, otras afectando nuestra salud y algunas más, intentando llenar vacíos emocionales o existenciales que permanecerán. En la sociedad actual es probable que el consumismo sea la cultura que más se practica por la mayoría de las personas, pues resulta muy difícil abstraerse de la dinámica que impone el mercado.
Si te interesa profundizar en el tema, te recomendamos escuchar el siguiente podcast:
Emprendimiento social: libertad de mercado con bienestar común
- Explotación excesiva de recursos e impacto ambiental. El modelo económico y de producción que impera en la industria se basa en la obtención masiva de materias primas y su transformación mediante diferentes procesos productivos. Ya sea como parte de estos procesos o del propio consumo de los productos, se generan cantidades enormes de desechos, los cuales, al no tener algún uso o aprovechamiento económico, son devueltos a la naturaleza en proporciones imposibles de asimilar. De este modo, las tres principales causas del impacto ambiental son:
- La actividad económica e industrial desenfrenada del ser humano que, como hemos referido anteriormente, tuvo sus inicios alrededor del siglo XVIII y no ha hecho sino crecer desenfrenadamente.
- La falta de regulación en materia ambiental, ya sea por las presiones que ejercen las grandes corporaciones hacia los gobiernos de las naciones o por negligencia de las autoridades encargadas de salvaguardar el medio ambiente.
- La consolidación de una sociedad basada en el consumo rápido y práctico, lo que genera grandes cantidades de desechos que implican enormes esfuerzos en materia de recuperación, reúso y reciclaje que no todos parecemos dispuestos a realizar.
Si has llegado hasta esta instancia de la publicación, seguramente, ya tienes más consciencia de cómo funciona la industria del consumo y los efectos que ha causado al poner el enfoque de los negocios exclusivamente en el ciclo de venta de los productos. Así colabores en esta industria o no, todos somos consumidores y esta información es importante conocerla para elevar la consciencia individual y colectiva.
Entonces vale la pena preguntarnos: ¿seguiremos alimentando este modelo económico depredador?, ¿seguiremos pensando que no es un problema propio?, ¿continuaremos impulsando el crecimiento ilimitado de los negocios al costo que sea?, ¿qué alternativas viables podemos tener en el corto, mediano y largo plazo?

Hannah Arendt
“La esencia del pensamiento […] no es el conocimiento, sino el que distingue entre el mal y el bien, entre lo bello y lo feo; y lo que yo busco es que el pensar dé fuerza a las personas para que puedan evitar los desastres en aquellos momentos en los que todo parece perdido.”
Dejaremos esta primera parte de la nota hasta aquí, pero con el compromiso de compartir una segunda parte en la que escribiremos algunas alternativas que nos puedan ayudar a enfocarnos más allá de la venta en el ciclo de vida de los productos.
Sigue pendiente de nuestras próximas publicaciones.