Quizás una nueva cepa del virus SARS-CoV-2 que ha mutado para ser más resistente al sistema inmune de las personas y ser más contagioso y letal. Otro fenómeno de alto impacto sería una catástrofe medioambiental que ocasione migraciones masivas cuyo resultado sería anarquía, insuficiencia alimentaria y escasez de recursos. Organizaciones mundiales y líderes empresariales, como Bill Gates, han tomado la bandera discursiva del colapso medioambiental para plantear alternativas de solución genéricas.
Sin embargo, el mundo social es muy complejo y el mosaico de realidades en cada región no permite soluciones genéricas. En los últimos 50 años, la globalización se impulsó como promesa de progreso económico y bienestar para las poblaciones. Al contrario, ha implicado una infame guerra comercial en la que las empresas acumulan riqueza a costa de la huella ecológica que va creciendo exponencialmente. La más reciente evidencia al respecto del colapso próximo fue el caso del buque Evergreen que encalló en el Canal del Suez y afectó a más de 300 buques cargueros que quedaron varados, algunos de ellos por más de una semana.
El comercio mundial de materias primas y mercancías es producto de la globalización económica; esta actividad implica costos cada vez más altos para el transporte y la logística entre regiones del mundo. Un informe de CCN Business afirma lo siguiente:
“Más del 80% del comercio mundial por volumen se mueve por mar, y las disrupciones están agregando miles de millones de dólares a los costos de la cadena de suministro. A nivel mundial, el costo promedio para enviar un contenedor de 40 pies se disparó de $ 1,040 en junio pasado a $ 4,570 el 1 de marzo, según S&P Global Platts.”
Y añade:
“Estos gastos pronto podrían significar precios más altos para los consumidores, agregando presión al alza y aumento de la inflación, un escenario de pesadilla para Wall Street, que ya teme que un aumento en los precios pueda obligar a la Reserva Federal a subir las tasas de interés antes de lo esperado.”
Lo anterior, nos da una óptica comercial, económica y especulativa. Otra perspectiva, dejada de lado, es la relacionada con el impacto ecológico que genera el transporte de mercancías a través de mar, cielo y tierra. Sin embargo, en la visión del negocio el costo medioambiental, aparentemente, no aparece en el estado de resultados…aún.
Otra posible amenaza, poco visible y agazapada ante la creciente adopción de la tecnología, es la aparición de un virus informático nunca visto en la breve industria del software. Esto impactaría en cualquier actividad humana que echa mano de la tecnología como el entretenimiento, el teletrabajo, las transferencias financieras, el consumo de mercancías, los registros poblacionales, el pago de impuestos y otros más. Este es un escenario que nos implica echar un vistazo a la historia reciente.
En la década de los 80 la pelea por posicionar la computación personal y empresarial se daba en el segmento de los sistemas operativos. La empresa IBM fue el líder durante muchos años en el segmento de los mainframes y de las primeras computadoras personales; mientras que en el segmento de las PC fue Apple y luego Microsoft quienes marcaron la historia.
Una diferencia de fondo identificaba la propuesta de los dos gigantes actuales de la industria: Apple apostó por un sistema operativo ligado al hardware de sus dispositivos que garantizaba inmunidad ante los virus o malware informáticos; Microsoft apostó a la versatilidad para instalar su sistema operativo para todo tipo de fabricante de dispositivos de hardware pero a costa del riesgo permanente de «infectarse» por software malicioso.
Todo ello dio paso a una industria derivada para crear software antivirus. Esta industria ha crecido al mismo ritmo que la adopción de dispositivos con sistemas operativos Microsoft o más reciente, en la década de los 2000, con los diversos ambientes basados en Linux. ¿Qué tan probable es el riesgo de un colapso en la infraestructura, sistemas y aplicaciones que se hospedan en la nube a causa de ciberataques? Quizás la respuesta no exista, incluso, para los líderes tecnológicos de Google, AWS, Microsoft o Apple.
Al imaginar las consecuencias de un caos tecnológico mundial cuando hemos depositado nuestra identidad, patrimonio y cotidianeidad en el uso del internet, las aplicaciones y las redes sociales, me queda una reflexión: ¿cuál debe ser el límite que no debemos cruzar para mantener la autonomía del ser humano y las formas de convivencia social?
El COVID-19 podría ser una anécdota que contaremos a nuestros hijos y nietos como dimensión del caos, la pérdida de la cordura y de la vida. Una catástrofe medioambiental o cibernética quizás no podríamos contarla.

Ricardo Guadarrama
Director general y uno de los fundadores de Paxia, empresa de infotecnología especializada en la industria del consumo y retail.